La exposición
Cuando se cumplen 130 años de su nacimiento (en 1894 en Kazán, Rusia), ha llegado el momento de hablar de Gala. Y lo hacemos a partir de un discurso inédito hilvanado a través de la moda. Una exposición concebida en tres temporadas que recoge piezas clave de su colección personal, en la que los diseños de alta costura de Christian Dior o Elsa Schiaparelli conviven con creaciones de Givenchy u Oleg Cassini, pero también con prendas sin etiqueta que nos recuerdan que su imagen va más allá de la marca: es el reflejo de una personalidad única, libre de encorsetamientos, que por encima de todo se mantuvo siempre fiel a sí misma.
El proyecto expositivo, fruto de la colaboración entre la Fundación Gala-Salvador Dalí y La Roca Village, se enmarca en una iniciativa más amplia que nace con la voluntad de redescubrir la identidad de Gala Dalí y valorar su impacto en la moda, la cultura y la sociedad.
Colección primavera-verano
Del 18 de marzo al 2 de junio de 2024
En verano tendrá lugar el encuentro en Cadaqués con Salvador Dalí que lo cambiará todo. Corre el año 1929 y Gala, la entonces esposa del poeta Paul Éluard, provoca fascinación y aversión a partes iguales. Adelantada a su tiempo, interpreta mejor que nadie la configuración de la mujer moderna y se sirve de la moda como una forma de expresión al margen de las convenciones. Su curiosidad salvaje subvierte las tendencias en favor de una androginia que hace suyos códigos masculinos para definir una nueva feminidad.
Bañada por el sol, la femme dandi del París de las vanguardias se disfraza de musa y deslumbra. Vestirse tiene una dimensión poética, casi performativa; pero también pública y eminentemente práctica. Gala, que en palabras de Éluard «vive para olvidar», muda de piel cada día para escenificar el triunfo del talento y consumar su mito a través de Dalí. Una mascarada que, como el estampado trompe-l’œil diseñado por el pintor, proyecta una imagen a veces equívoca, fingida. Una identidad líquida y oscilante –como el mar Mediterráneo–, insondable e imposible –como el muaré de «minúsculas escamas de todos los colores» del vestido de Dior que tantas veces lucirá en Púbol.
Colección de alta costura
Del 17 de junio al 22 de septiembre de 2024
Gala se siente cómoda siendo el centro de las miradas. Tiene dieciséis años cuando asiste a su primer baile en la corte del zar, en Moscú, vestida de rojo. Un color que representa poder, seducción, sexualidad. Símbolo de liberación cromática en los años veinte, el rojo esconde la idea de una revolución íntima, privada. Es el favorito de Christian Dior y también uno de los colores fetiche de Gala, que recurre a él en diferentes performances dalinianas.
A principios de los años treinta, en París, couturiers, artistas, arquitectos e intelectuales se mueven en los mismos círculos. Comparten ideas, conceptos, técnicas y lenguajes en torno al cuerpo y la piel (ese espacio habitable). Punto de partida de encuentros y afinidades que harán historia: un joven Christian Dior aventurándose a ser galerista, Elsa Schiaparelli experimentando con el surrealismo y Gala vislumbrando espacios de oportunidad para que la obra de Salvador Dalí abrace nuevas formas de expresión. Eminentemente práctica, Gala dejará a un lado la sobriedad de Chanel por el exceso excéntrico de Schiaparelli para así hacer gala y publicidad de la colaboración de Dalí con la couturier italiana.
Durante su etapa americana, Gala inventa nuevas pieles mediáticas y muta de nuevo: del dandismo al new look de Dior. De la comodidad andrógina al encorsetamiento (público) de una silueta que representa la vuelta a la feminidad clásica. Y de vuelta a Europa tras la guerra, Gala se viste de flor con el vestido Musée du Louvre y el abrigo rojo Saint-Ouen, ambos de la colección de alta costura primavera-verano de 1949 (el mismo año que Monsieur Dior crea su lápiz de labios Rouge).
Colección otoño-invierno
A partir del 5 de octubre de 2024
Dos frases de Breton escritas en 1922 instaban a rebelarse contra la rutina: «Lâchez tout. Partez sur les routes» (Déjenlo todo. Láncense a los caminos). Nomadismo y cambio definen la forma de entender la vida (y la moda) de Gala, en ese ir y venir constante entre París y Cadaqués, entre Nueva York e Italia.
En la era de los transatlánticos, embarcar y desembarcar eran momentos memorables. Gala y Dalí sabían cómo convertir la pasarela de aquellos colosos del mar en una puesta en escena que asegurara grandes titulares. Aquel primer viaje a Nueva York, en noviembre de 1934, marcó el inicio de la conquista de América. Durante décadas, cada invierno, su habitación en el hotel St. Regis se convirtió en su hogar… y escaparate. Más allá de museos, su vida mutaba en happenings, performances y publicidad. Una estrategia que Gala adaptó a su imagen mediática (o alter ego público), con diseños de Arthur Falkenstein (etiqueta estadounidense favorita del círculo artístico) o Howard Greer (diseñador de la época dorada de Hollywood, que firmó el traje nupcial de una jovencísima Gloria Vanderbilt).
El rastro visible de Gala Dalí
Proyecto artístico de Jordi Bernadó
La leyenda de Gala Dalí recorre, invisible, las estancias del Castillo de Púbol. Convertido en el escenario de las funciones de la musa-performer, el castillo es ahora una topografía de rastros fantasmales: la memoria de Gala habita el lugar y lo ronda, moviendo los hilos del espectáculo como una directora de escena. La suya fue una coreografía ambivalente: a la vez creadora y musa, mujer y fantasma. El legado de una mente compleja e irreverente vive en el castillo y especialmente en los vestidos que llevaba como parte de su ficción personal. Piezas de Dior, Givenchy, Oleg Cassini y Loewe, entre otros. Diseños que son el gesto más esencial del personaje Gala Dalí, la máscara más íntima, la primera capa de su teatralidad.
Jordi Bernadó se adentra en Púbol tras los pasos de Gala y su colección de moda. Las imágenes se centran en los vestidos, retratados como si en cada uno se filtrara la presencia de su portadora. Las fotografías actúan como superficies de mediación, portales que conectan el disfraz con el cuerpo.
El viaje para descubrir la identidad de Gala continúa en La Roca Village, donde Bernadó juega con las ambivalencias de la musa, en una propuesta expositiva que enlaza los ojos del espectador con los del mito ausente.
Explora la colección en 3D
Desde la Fundación Gala-Salvador Dalí, queremos ofrecer una experiencia completa e inmersiva a nuestros visitantes. En este sentido, la tecnología juega un papel crucial en nuestras exposiciones, porque nos permite descubrir la colección de Gala y Salvador Dalí como nunca hasta el momento. Ejemplo de ello es la colección de vestidos digitalizados en 3D que conforma esta exposición.
Esta tecnología nos permite mostrar los diseños con una minuciosidad sin precedentes. Además, la visualización en 3D también permite interactuar con las piezas de una forma nueva y dinámica. Se pueden hacer girar, ampliar, observar desde todos los ángulos, para apreciar así la belleza y complejidad de estos diseños confeccionados por prestigiosos couturiers y grandes casas de moda del siglo pasado.
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