La exposición
Salvador Dalí es un artista de una curiosidad infinita que busca constantemente las últimas novedades desde el punto de vista técnico para aplicarlas a sus creaciones. Desde mediados de los 60 y durante los 70, se interesa por la imagen virtual y la profundidad. Este momento coincide con la inauguración del Teatro-Museo y el pintor quiso dedicar algunos espacios a los fenómenos ópticos: la anamorfosis, la estereoscopía y la holografía. La Sala de las Ilusiones Ópticas recrea el resultado de los estudios del pintor en este ámbito.
Con esta exposición temporal, en la sala 22, se pone en valor la obra relacionada con los efectos ópticos. Se exponen seis pares de obras estereoscópicas y unos dispositivos para observar su efecto tridimensional: Dalí de espaldas pintando a Gala de espaldas eternizada por seis córneas virtuales provisionalmente reflejadas en seis espejos verdaderos, c. 1972-73; El pie de Gala, c. 1975-76; Sin título. Según “Las Meninas” de Velázquez, c. 1975-76; La estructura del ADN, c. 1975-76; La mano de Dalí retirando un toisón de oro en forma de nube para enseñar a Gala la aurora desnuda, muy, muy lejos detrás del sol, 1977-78; Dalí levantando la piel del mar Mediterráneo para enseñar a Gala el nacimiento de Venus, 1978.
Estereoscopías
La estereoscopía es el resultado de la visión de dos imágenes planas de un mismo objeto, tomadas desde puntos de vista distintos. Cuando cada ojo mira una de las imágenes, el cerebro las suma y se produce la sensación de profundidad. A partir de este principio, Dalí realiza pares de pinturas, donde representa una imagen de manera casi idéntica, pero desde puntos focales divergentes, para producir efectos de tercera dimensión en la mirada de los espectadores. Para conseguir un efecto de relieve perfecto, Dalí desplaza ligeramente el centro de cada una de las imágenes en relación a los ojos del espectador; nunca se trata, por tanto, de dos copias idénticas. De hecho, los colores de las imágenes también cambian, a veces, de forma bastante evidente. La composición resultante se forma en nuestro cerebro, como una imagen en tres dimensiones.
Según Antoni Pitxot, cuando Dalí preparaba estos trabajos estereoscópicos, uno de los aspectos que más le fascinaban era la posibilidad de evadirse del orden y de las limitaciones creadas por las reglas del experimento óptico y poder, así, recrear nuevas ilusiones. Con esta muestra temporal, la Fundación Dalí pretende también cumplir con este objetivo.
Exposición comisariada por Montse Aguer, directora de los Museos Dalí, con la coordinación de Carme Ruiz, del CED.
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En el Teatro-Museo, en la sala 19, se exponen permanentemente fotografías de algunas obras estereoscópicas de Dalí, con un montaje de espejos que permite observar el efecto tridimensional. Para ver el relieve, tan solo debemos acercar la nariz a la vitrina, justo en la arista de los dos espejos. En cambio, en la sala número 22, donde presentamos esta exposición temporal, se han instalado unos dispositivos cerca de cada par de obras estereoscópicas para ver la tridimensionalidad. Estos dispositivos constan de unas gafas y una pantalla de teléfono móvil, habituales en proyectos de realidad virtual. Hemos adaptado al s. XXI los mecanismos que Dalí proponía en los años 70 para mirar sus obras estereoscópicas.
Un proyecto de la Fundació Gala-Salvador Dalí realizado por Doc Doc Films.